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Autos ecológicos a base de fibra de cáñamo, revolución automotriz


La industria del cannabis medicinal ha tenido un crecimiento bastante considerable durante los últimos años. Pero, ¿qué ha pasado con otros sectores de la economía que han tratado de incursionar en esta industria? ¿Qué avances se han hecho en productos a base de fibra de cáñamo?


Sabemos que el cannabis se ha investigado y usado por muchos años; por lo tanto, podría considerarse la fibra de cannabis como una base perfecta y ecológica para fabricar coches resistentes y amigables con el medio ambiente.



Veamos los avances que ha tenido el sector automotriz a través de la historia con respecto a la planta:


Henry Ford en 1941 creó un prototipo de vehículo con carrocería bioplástica usando fibra de cáñamo, convirtiendo esta innovación en un modelo sostenible y más resistente que el acero o la fibra de vidrio, conocido como Hemp Car o 'El coche de cannabis', aunque oficialmente se denomina Soybean Car, el coche de la soja. Este vehículo fue presentado en el Dearborn Day de ese mismo año.

Su fabricación: hecho de cáñamo, soja, paja de lino, ramio (una fibra vegetal usada en Egipto y otros países del Oriente Medio desde hace milenios), pegado mediante una resina celulósica extraída de la soja, propulsado por combustible de cáñamo, elaborado a partir de desechos agrícolas. La idea del material usado en su fabricación fue del químico George Washington Carver, con ayuda del Soybean Institute –Instituto de la Soja– y sobre todo del Tuskegee Institute de Alabama, Estados Unidos.


¿Qué pasó después? El proyecto se detuvo con la entrada de la segunda guerra mundial a Estados Unidos y antes de finalizar se dice que el jefe de diseño de la Ford dio la orden de destruir el único prototipo.

Pasados 70 años aproximadamente, Bruce Dietzen pasó cinco años de investigación e inspirado por Henry Ford decidió crear su propio vehículo, un deportivo con cannabis en la carrocería, pero también para los asientos y otros elementos, realizados con fibra de cáñamo extraída de la Cannabis sativa. Obtuvo un coche más ligero, lo que permitiría reducir las emisiones de CO2 en un 23%, una reducción considerable y conducirlo contamina 75% menos que un carro eléctrico.

Dietzen, vendedor retirado de computadoras Dell, completó la fabricación del auto en su garaje usando el chasis de un Mazda, Dietzen construyó el elegante Cannabis Car rojo usando unas 100 libras de cáñamo chino importado. El material leñoso al interior del tallo de cáñamo es combinado con una resina para formar una especie de plástico superfuerte que luego es moldeado en la forma de la carrocería del auto.

Dietzen creó su compañía Renew Sports Cars, permitiéndole fabricar estos vehículos por pedidos de particulares y empresas que deseen apostar por “fuentes ecológicas de generación de energía”.


En el 2015 se presentó el concepto del Torq, un vehículo sustentable diseñado por Excellent Design, de Davide Pizzorno. El 75% de su estructura está hecha de fibra de cannabis y su motor funciona con hidrógeno, E85 o destilado de cáñamo. Este vehículo cuenta con varios detalles que son innovadores como, por ejemplo, su culata: está hecha de un material cerámico, lo cual significa que no necesita aceite para la lubricación.


La fibra de cannabis se trabaja como la fibra de carbono: se logra un tejido que solidifica igual que esta. El Torq se postula a sí mismo como un auto ecológico porque usa materiales naturales tanto para la estructura como la carrocería, así como el carburante.

En la actualidad fabricantes de componentes como la francesa Faurecia, usan toneladas de una variación de esta planta, conocida como cáñamo, para extraer la fibra y producir biomateriales.


Entre los beneficios de usar biomateriales en los autos es que reducen el peso de los componentes, lo cual permite ahorrar combustible.


Hay muchos países donde la planta no se encuentra legalizada por lo que es imposible la fabricación en masa de estos vehículos para poder ser exportados a otros países. Debido a estos los costos de producción por pedido están entre 40.000 dólares aproximadamente, sin añadirle los requerimientos del cliente.

Esto es solamente una de las aristas de la industria del cannabis que demuestra que es necesario que sea legalizado en todos los países, para sacarle el mayor provecho a esta maravillosa planta que cada vez más sigue sorprendiéndonos.


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